Querid@s amig@s,
Se veía venir, muchos
desde antes de verlo nosotros mismos, supongo que porque no queríamos
y hemos luchado contra esta posibilidad. Algunos ya los sabéis
porque, confesores nuestros, amigos donde los haya, lo habéis ido
viviendo en tiempo real.
La Alegría de la
Rehuerta, y nosotros con ella, dejamos esta tierra y trashumamos a
otra. Dani Finch Hutton se fue de safari con la intención de que
durara poco, y a estas alturas ya sabemos que no podrá volver. El
arreglo del desaguisado del bar se ha aliado con esta crisis de las
tijeras, donde el humano de a pie sencillo y honrado que se gana el
sustento con el jornal de su frente, ve recortado cada vez más su
poder adquisitivo. El hecho es que Finch Hutton tiene trabajo, es la
muestra de macho humano medio español que aun lo conserva, y yo solo
dos manos, que son insuficientes del todo para tanto terruño a
cultivar. Llego tarde y poco a tanto como hay que hacer para tener
cosecha y poder suministrarla. Y a mi vida y familia que ha quedado
en segundo término, y eso no puede ser. Se impuso pararse a pensar y
decidimos que Von Blixen (yo) diera el paso de soltar las colinas y
marcharse no a Dinamarca si no también al safari, aunque seguro que
yo me vuelvo a liar la manta a la cabeza y en dos días estoy de
nuevo defendiendo a los elefantes de los Reyes de España.
Cuando llegamos a estas
Tierras Altas sabíamos de las dificultades, de la despoblación y de
la lucha de unos poquitos titanes por mantenerla viva (gracias
Dioni), y no arredramos. Cuando comenzamos con la horticultura
ecológica tampoco nos asustamos, y pusimos en marcha este proyecto,
convencidos de que son más bocas las que comen que las que producen,
y que todavía las cabezas y las conciencias tienen el control sobre
los estómagos. Creímos en la gente, porque nosotros somos gente y
creemos en nosotros. Poquito a poco fue saliendo. Y entonces nos
dejamos llevar por la pasión, y las ganas que se impusieron sobre la
cabeza, asumiendo un proyecto que habíamos rechazado en momentos de
mayor sensatez, sabiendo que no podríamos llevar a buen puerto, así
nos embarcamos en el bar restaurante. Lo financiamos y lo asumimos,
sin que venga un estado a rescatarnos como si de un Bankia se
tratara. Esta es la vida real, con minúscula y sin coronas. Y
aprendimos algo que ya sabíamos: que dos manos no sostienen el mundo
y que con las ganas solo no se puede: hacen falta refuerzos.
Las aventuras y los
riesgos corridos nos han hecho aprender (muchísimo), y disfrutar y
ser felices, en definitiva VIVIR. Y ahora toca seguir viviendo con
coherencia y con independencia, que dentro de nada es lo único que
nos va a quedar a todos.
Los tres años pasados
aquí nos han dado muchísimo, entre otras cosas dos pueblos en lugar
de uno, porque también nos sentimos un poco hijos de Amayuelas, ¡con
tanto como nos han enseñado!. Son amigos que nos llevamos allá
donde estemos.
Y también nos ha dado a
Dani de Camp de la Sort (¡gracias Ángeles!). Dani (no confundir con
el nuestro, el Finch Hutton) vive y tiene su proyecto vital en
Bonastre. Durante unos años ha cultivado la tierra y vendido sus
productos como nosotros, directamente al consumidor final, con mucha
sangre, sudor, lágrimas y tiempo, y mucha ilusión y convencimiento.
Ahora da un paso más, con más tierra y producción, ya no solo
huerta, también frutales, y olivos y unas orondas, sanas y
corretonas gallinas para producir huevos... ir cerrando ciclos. Y
generoso, nos ha ofrecido la posibilidad de participar de este
proyecto, cultivando parte de ese terreno fértil de siete hectáreas
que miran al mar de Tarragona.
Así que este no es un
adiós, es sólo un hasta ahora, porque estamos embarcados en la
mudanza a estas nuevas tierras, empaquetando aperos y amigos y
recuerdos, para dentro de un mes escaso poder estar ya en el nuevo
destino. Por eso no hemos puesto en estas rehuertas la planta de
verano, porque la cosecha saldrá de Bonastre ya, y aquí va quedando
poquito, de la producción primaveral, que por supuesto sigue entera
a vuestra disposición.
Hasta que terminemos de
desmontarlo todo e instalarnos allí, tal vez andemos un poco menos
comunicativos, pero en cuanto estemos de nuevo operativos volveremos
a la carga con todo de nuevo, y con más ganas, energías y
productos, no os quepa duda. Y esta vez con todo lo aprendido vamos a
intentar que salga bien.
Un abrazo enorme a tod@s,
gracias por acompañarnos en esta aventura, y para el pueblo no
tenemos palabras para agradeceros tanto como nos habéis dado. Nos
llevamos un cachito de Fuentes en el corazón, y a partir de ahora, y
como tantos otros, seremos un poco fuenterreños que viven fuera, con
el privilegio de haber podido también vivir dentro.